Las pegajosas cienagas de la sureña y cálida Luisiana, localizada en la costa sur de EEUU, tienen aparentemente poco qué ver con las frías y
desangeladas tierras de la Acadia canadiense, terriotorios históricos que a día de hoy corresponden a Quebec y las Provincias Marítimas. Los cajunes forman un grupo étnico sobretodo presente al sur de Nueva Orleans, cuya identidad forma parte de la propia identidad de Luisiana y Nueva Orleans. Esta homogeneidad que nos permite agruparlos como una comunidad viene principalmente dada por sus rasgos culturales propios, algunos de los más conocidos son su gastronomía criolla y su música. También conserva un dialecto criollo cuya matriz es el francés del siglo XVI y XVII.
¿De donde viene este pueblo qué mantiene sus tradiciones a veces congeladas en el tiempo, ecos de otra época y lugar? La mayoría de los cajunes y su principal estrato social lo forman en origen franceses del oeste que emigraron en los siglos XVII y XVIII a la zona oriental de la actual Canadá, en ese momento llamada Nueva Francia. En 1763, terminada la Guerra de los Siete Años que enfrentó al Imperio Británico y al francés por el control de Norteamérica, varias decenas de miles de francófonos de Acadia son expulsados como consecuencia directa de la derrota francesa. Aquí comienza la diáspora cajún.
Volver a Francia no parecía una opción, aunque algunos lo hicieron, puesto que sería una vuelta atrás hacía una patria ya para muchos ajena. Los acadianos además destacaban por su recio catolicismo y atávicas costumbres, perspectiva desde la que veían con horror los cambios propiciados por la Ilustración Francesa y que culminarían con la Revolución Francesa en 1789. Al principio se refugiaron en las islas de San Pedro y Miquelon, cercanas a Terranova y aún a día de hoy dependientes de Francia pero fueron perseguidos y derrotados otra vez por los británicos y los neofitos estadounidenses.
La otra zona de tradición francesa en Norteamérica (Guayana y el Caribe Francés eran territorios casi insignificantes) era la Luisiana (en honor al Rey Sol de Francia) que en ese momento pertenecía al Reino de España. Este permite y promueve la oleada migratoria.
Así llegan los cajunes a Luisiana en un periplo que había comenzado un par de siglos antes en la costa occidental gala. Lo demás es historia, en su nuevo territorio se integran con otras minorias poblacionales extendiendo la cultura cajun a otros criollos franceses, españoles, alemanes y afroamericanos que se identifican con ellos en su condición de minorías desgajadas de la imperante y omnipresente cultura de anglosajoa protestante. En algunas zonas como el sur del Estado y ciudades como Lafayette y Lake Charles incluso llegan a conformar la gran mayoría de la composicón poblacional.
De cara a la galería lo más llamativo de la cultura criolla y cajún es la gastronomía, presente en gran parte del sur de América del Norte, y la música popular que se basa en un folklore indiscutiblemente relacionado con la cultura sureña estadounidense a día de hoy.