10
FEB
2016
Los maoríes son un pueblo indígena de Nueva Zelanda. LLegaron allí hace más de 1000 años desde su tierra natal, la polinesia de Hawaiki. Hoy en día tan solo representa el 14% de la población neozelandesa, sin embargo, su historia, idioma y tradiciones son fundamentales para la identidad del país.
El idioma maorí, considerado un tesoro nacional y hablado por poco más del 20% de neozelandeses, está pasando por un resurgimiento que está teniendo un importante desarrollo de los lugares en los que podrás escuchar e incluso practicar maorí. Puedes empezar por saludarles diciendo “Kia ora” cuando te cruces con alguno de ellos. 
El saludo maorí en Nueva Zelanda es el famoso “hongi”. Se trata de una forma de dar la bienvenida respetuosamente y consiste en poner nariz con nariz y respirar el aire. La traducción de la palabra “hongi” es “intercambio de aire”. Este saludo es bastante parecido al “kinuk” que se practica en algunas regiones de Siberia o al saludo que tienen por ritual los esquimales, los cuales se rozan cariñosamente nariz con nariz en lugar de permanecer quietos en esa posición. Según sostiene la creencia popular maorí, durante el acto del “hongi” se intercambian el aliento vital los que saludan. Desde ese momento, el saludo adquiere una serie de responsabilidades con el pueblo maorí.
La danza de guerra maorí llamada “haka” es un antiguo ritual que se usaba tradicionalmente en el campo de batalla y cuando se agrupaban en paz. Su intención era hacer una demostración feroz del orgullo, la fuerza y la unidad caracteristica de la tribu. Consiste en dar golpes violentos con los pies, sacar la lengua de manera exagerada y dar palmas al unísono contra el cuerpo para acompañar un robusto canto. Este canto describe poéticamente a sus ancestros y sucesos acontecidos a lo largo de la historia de la tribu. Hoy en día, se sigue usando el “haka” para honrar a los invitados y mostrar la importancia de la ocasión durante las ceremonia y celebraciones. También se sigue utilizando como danza para desafiar a los oponentes en los deportes. Puedes ver esta representación por parte de los All Blacks antes del comienzo de un partido de rugby y comprobarás que es bastante aterrador.
El marae o sede de reuniones es el punto central de las comunidades maoríes en toda Nueva Zelanda. Se trata de un complejo de edificaciones talladas y tierras que pertenecen a una determinada tribu. Son abiertas por la parte frontal, tienen un comedor, un área disponible para cocinar y un baño con ducha. Los maoríes consideran que su “marae” es “el lugar donde están y al que pertenecen”.
Estos refugios se usan para las reuniones, celebraciones, funerales o cualquier evento importante que tenga la tribu. El edificio más importante dentro del “marae” es “wharenui”, se trata de una estructura tallada que podría asemejarse a una figura humana y que suele representar a un ancestro concreto de la tribu, es importante que si tienes la oportunidad de verlo te descalces antes de entrar, no consumas alimentos ni bebidas en el interior y pedir permiso para fotografiar.
La vida en un “marae” es muy comunal, la gente no vive allí todo el tiempo pero si que se quedan cuando tienen lugar ocasiones importantes. Duermen todos en la misma habitación, comen juntos, se ayudan unos a otros en cualquier tarea y pasan el tiempo en reunión.
Las artes maoríes siguen evolucionando gracias a la renovación de los materiales y a la inspiración de los autóctonos. Uno de los más conocidos es el arte del tejido realizado tradicionalmente por las mujeres, esta tarea se sigue haciendo a mano con gran variedad de materiales aunque indudablemente destaca el tratamiento del lino. El “whakairo” es otro de los artes pertenecientes a la cultura maorí, se trata del arte del tallado. Estas tallada realizadas para la decoración se hacen con la intención de contar una historia. Tradicionalmente se tallaban figuras masculinas en las que incluían armas, instrumentos musicales, adornos, etc. Todo lo que no tuviera que ver exclusivamente con la talla del cuerpo, es decir, todos los adornos, se usaban como símbolo de prestigio. Estaban hechos con jade, marfil de cachalote, huesos de ballena, dientes de tiburón y plumas.
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